Entrevistamos hoy a D. Manuel Zamora Negrillo, Director del Secretariado Diocesano de Hermandades y Cofradías de Barcelona, sobre la peregrinación de la Hermandad de Montserrat (Sevilla) a la Abadía de Montserrat

El fin de semana del 12 al 14 de diciembre, la Hermandad de Montserrat de Sevilla ha peregrinado a la Abadía de Montserrat, con la presencia de numerosos devotos desplazados desde Sevilla y también de fieles residentes en Catalunya. La celebración, enmarcada en el Milenario de la Abadía y el 425 aniversario de la Hermandad, ha dejado imágenes poco habituales en el entorno del santuario y, sobre todo, momentos de comunión entre realidades cofrades distintas, pero unidas en la misma fe.

 

P. D. Manuel, cuando supo que una hermandad de Sevilla iba a subir a Montserrat con la imagen de su titular y a procesionar por los alrededores con motivo del Milenario de la Abadía y del 425 aniversario de la Hermandad, ¿qué fue lo primero que pensó? ¿Le sorprendió la envergadura de la iniciativa?

R. Bueno, de las hermandades no me sorprende ya nada, su capacidad de inventiva es ilimitada y la ilusión que atesoran les lleva a cumplir lo que sueñan. Debo reconocer que si me llamó la atención la envergadura de la iniciativa por todo lo que suponía. Un evento así supone un esfuerzo de organización, logístico, económico y humano enorme. No sólo han traído su imagen, también han traído su cofradía y esa es la sensación que nos han trasmitido. Estoy contento porque todo haya salido bien y agradecido a la Hermandad de Montserrat por haber querido compartir un poco de su 425 Aniversario con el mundo cofrade de Catalunya, ha sido un regalo.

P. Durante la jornada del sábado vimos participar activamente en los actos a varias hermandades de la diócesis. ¿En qué consistió esa participación y cómo se organizó esa colaboración?

R. Si, además de contar con la representación de Hermanos Mayores y Presidentes en la misa y en el rosario, hubo dos colaboraciones más específicas a la cual quiero agradecer su predisposición desde aquí. La primera fue la Hermandad Filial Nuestra Señora del Rocío de Barcelona, a la que se le encargó el canto de los misterios del Rosario y también intervino en la misa de forma diría que brillante. Agradezco a la presidenta Roger León y a su junta que cuando les propusimos la colaboración mostraran siempre sus ganas de participar. Por otro lado, unos quince días antes de la peregrinación D. Juan Hurtado, el cual entre otras cosas ha ejercido de interlocutor perfecto, me comentó si habría la posibilidad que algunos hermanos de aquí llevaran la imagen durante el recorrido del rosario, le pedí me dejara dos o tres días a ver si podíamos contar con una cuadrilla en concreto. Así que contacté con Felipe Navarro presidente de Cofradía 15+1 de L’Hospitalet, al cual la idea le ilusionó y convocó Junta Extraordinaria para ese mismo día y aprobar dicha colaboración. Por supuesto aprobaron la colaboración y llenos de entusiasmo participaron llevando a Nuestra Señora por la Abadía.

 

P. Me consta que, tanto para la Hermandad Filial Nuestra Señora del Rocío de Barcelona como para la Cofradía 15+1 de L’Hospitalet de Llobregat, ha sido un motivo de orgullo haber participado activamente y vivir la comunión que se creó esa jornada. ¿Qué valoración hace usted de esa implicación y qué le gustaría agradecerles públicamente?

R. Por mi parte agradecer a ambas hermandades la predisposición mostrada y por encima de todo el entusiasmo que han puesto en ello.

 

P. De todos los momentos vividos a lo largo de estos tres días, si tuviera que quedarse con uno, ¿cuál elegiría y por qué?

R. Es difícil, lo inusual de un palio en los alrededores de la Abadía, la belleza de la celebración de la Eucaristía en la Basílica que estaba abarrotada, son momentos inolvidables, pero reconozco me impactó mucho la jornada del viernes, cuando se rezaron vísperas y rosario en la basílica. En el templo junto a la imagen de la Virgen quedaba un grupo reducido, formado principalmente por los hermanos que habían venido desde Sevilla para acompañar a su Madre. Junto a ellos un grupo reducido (pero muy afortunado) de personas que nos habíamos incorporado a los actos esa tarde. Fue un momento íntimo de la cofradía. ELLA Y ELLOS.

La foto de grupo que se hizo al final del acto del viernes, creo ilustra claramente el sentido de la peregrinación. Se había alcanzado el objetivo que era ir a casa la Madre con la Madre, aunque para acompañarla se hubiera de cruzar media España. Fue un acto más recogido, sin el bullicio habitual de la Basílica, un acto más íntimo rematado con la visita al camarín de la Moreneta.

 

P. Barcelona es tierra de acogida y en la diócesis conviven hermandades con raíces en distintos puntos de España. ¿Cómo valora este tipo de iniciativas, que traen a la diócesis realidades externas y formas de piedad popular diferentes? ¿Qué aportan, a su juicio, a la vida cofrade y eclesial de Catalunya?

R. Creo es fantástico. Si partimos que la fe se vive en comunidad, cuanto más amplia sea ésta mejor. Estos actos nos pueden servir de herramienta para vivir en comunión, más allá de lazos culturales y humanos. Esta peregrinación al igual que la Magna de las Esperanzas de la diócesis, la cual tuvo lugar el 29 de noviembre, sirven para dar a conocer formas de piedad popular diferentes, y el conocimiento es el paso previo al respeto.

Volviendo al acto del viernes en la basílica, fue muy significativo que, al rosario rezado en catalán por uno de los monjes, cada uno de nosotros le respondíamos en la lengua con la cual solemos orar y seguro a Ella le resultó extraordinario ese catálogo de respuestas

En estos momentos donde la sociedad nos invita a construir puentes para solventar los problemas de convivencia que amenazan al mundo, tal vez los cristianos tengamos el puente perfecto en María. En nuestra diócesis que tenemos advocaciones de la Virgen de toda España y buena parte de Hispanoamérica, y que por tanto podemos gozar de múltiples formas de culto a María, debemos poner a Ella como ejemplo de puente entre todos nosotros. Al fin y al cabo, quien mejor para mediar entre los hijos que la Madre. No tengamos miedo en rezar juntos.