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RESEÑA HISTÓRICA

El 24 de diciembre del año 1698 se expedía en Barcelona un documento de concesión de indulgencias a los cofrades y cofradesas de la “Confraría de las Animes del Purgatori i de la Bona Mort” que gestionó Mn. Domingo Fogueras, canónigo de la catedral de Barcelona. La petición fue aprobada por la Santa Sede y expedida el día 13 de junio de 1696. Después la cofradía hizo imprimir el decreto de indulgencias junto con unos “goigs” y una bonita estampa. A falta de otras pruebas más remotas, esta sería la primera referencia a la Congregación de la Buena Muerte, aunque aquí la vemos aún con el título de “cofradía” y adjuntada con la advocación de las Almas del Purgatorio. La referencia que hace el documento de que “se ha erigido” da a entender que la fundación se acababa de producir, por tanto no debía ser mucho más antigua de 1696.

Estos escasos datos nos dan la idea de que en el convento de San Agustín de Barcelona a finales del siglo XVII había una entidad de fieles que se reunían con el objetivo de rogar por las almas del Purgatorio y meditar la Pasión de Cristo con tal de conseguir una Buena Muerte.

Unos pocos años más tarde, esta primitiva cofradía se reformó, no sabemos si desvinculándose en dos diferentes (Almas del Purgatorio y Buena Muerte) o sencillamente prescindiendo de la primitiva advocación. La cuestión es que el año 1700. Mons. Benet de Sala, obispo de Barcelona, autorizaba y erigía la Congregación de la Buena Muerte, en el mismo convento de San Agustín. El nombre del fundador siempre se mantuvo en el anonimato, y se refieren a él como “Un congregante”.

La actividad básica de la Congregación era asistir asiduamente para celebrar “los ejercicios” es decir el acto religioso común que se celebraba cada martes por la tarde. Estos ejercicios consistían en el cántico de varios salmos y otras oraciones y la escucha de una meditación sobre la vida y Pasión de Jesucristo., que servía como preparación para meditar sobre la brevedad de la vida y la necesidad de estar en gracia de Dios para recibir una “Buena Muerte”. Después de las meditaciones y para los penitentes había ejercicio penal (flagelaciones u otras disciplinas) para desagravio de los propios pecados. También procuraba por la asistencia a Misa y por facilitar rogativas para las almas de sus difuntos. Dentro del apartado de la visita a enfermos, los estatutos especifican la necesidad de tener una imagen de María, ya sea de bulto o un lienzo pintado, para poder acercarla a la casa del necesitado y que este pueda rezar ante ella.

La Congregación debió aumentar tanto los fieles como de categoría, y por ello piden un decreto de indulgencias, concedido por la Santa Sede y firmado el día 12 de enero de 1751. Un año después, en 1752, reeditan el Relox de la Buena Muerte para incluir las indulgencias, y en esta nueva edición incluyen una serie de cánticos al final.

Para esa fecha había sido destruida la iglesia de San Agustín y la Congregación pasó al convento de Santa Catalina. De allí salía cada Miércoles de Ceniza, el Cristo para ir a visitar la Cofradía de la Soledad en la Basílica de la Merced.

En 1836, debido a la desamortización que sufre el Convento de Santa Catalina la Congregación se traslada al Oratorio de San Felipe Nerí, desde donde procesionó cada Miércoles de Ceniza con destino a la Merced, hasta el año 1931. Con la instauración de la República y la posterior Guerra Civil se abre un periodo donde no sale la procesión y durante el cual es casi destrozada la imagen del Cristo de la Buena Muerte.

Acabada la guerra se aprovecha parte del Cristo para confeccionar la nueva imagen en los talleres Reixach-Campanyà. La procesión de la Buena Muerte vuelve a recorrer las calles de Barcelona el Miércoles de Ceniza día 7 de febrero de 1940, saliendo desde San Felip Neri.

En 1942 coincidiendo que el Miércoles de Ceniza no es festivo la procesión se traslada al primer domingo de Cuaresma y en 1943 se traslada al Viernes Santo y cambia el lugar de Salida a la Parroquia Mayor de Santa Ana.

En los años sucesivos la procesión se consolida como la procesión general del Viernes Santo barcelonés, alcanzando la cifra de 17 misterios. Esta situación se mantiene hasta 1968 último año que sale, quedando desde 1969 en suspense.

A finales del 2013 un grupo de fieles vinculados a la parroquia de santa Ana con su párroco a la cabeza deciden recuperar la procesión de Cristo de la Buena Muerte, el cual vuelve a salir por las calles de Barcelona el Viernes Santo del 2014. Al acabar la procesión del Viernes santo del 2105, el rector de la Parroquia de Santa Anna, Mossén Peio Sánchez y el responsable de la procesión piensa que después de dos años procesionado el Sant crist de la Bona Mort y considerando la experiencia como positiva, es el momento de elaborar unos estatutos y presentarlos. Dichos estatutos fueron aprobados el día 8 de julio del 2016 por el Sr. Arzobispo de Barcelona Monseñor Juan José Omella Omella.

El día 10 de septiembre del año 2016, se celebra la asamblea fundacional de la Congregación, donde sale elegida la primera Junta Directiva de la Congregación, la cual se compuso por algunas de las personas que habían sido responsables de la procesión hasta ese momento, siendo presidente el Sr. Manuel Zamora Negrillo, Vicepresidente Sr. Albert Torras Corbella, Secretario Juan Luis Parra Cabrera, tesorera, Susana Segura Carrasco, Vocal de Juventud Cristian Heredias Martín, Vocal de Cultos Fanny Maritza Jiménez, Camarero Mayor del Sant Crist Antonio Morales Pérez y como Consiliario Mossén Peio Sánchez Rodríguez rector de la Parroquia de Santa Anna.


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